Fuente de la imagen: rvs 08/2020 |
En la tarde del sábado, el adolescente querubín, "se dignó" dedicarme unos minutos (¡Qué bien!). El motivo era su insistencia en que leyera los apartados “paternidad” y “las reglas no necesitan ser sagradas” del test que hace unas semanas me “obligó” a realizar y que te comenté en el texto ¡Señor, sí, Señor! Tiene razón y por eso esta mañana de domingo, previa a la "panzá" de pintar la valla que rodea el hogar, quiero dejar aquí constancia del reconocimiento ante las presumibles generaciones futuras. En relación al apartado “paternidad” de la evaluación, cuando habla de la relación con los hijos, que requieren más tacto emocional y personal, libertad de la que, como supuesto comandante, estoy acostumbrado a dar cuando tengo la oportunidad de dirigir o coordinar tal o cual equipo de trabajo. Pero que no se olvide que “los comandantes siempre están preparados para un desafío y tomarán su papel como padres en serio y con el mayor sentido de responsabilidad personal”.
Ahora bien, reconociendo que me gustaría que el querubín se convirtiera en una persona “sosteniblemente” independiente que se esfuerza por lograr sus metas, ruego me permita discrepar en lo relativo a que veo en mi “descendencia ·un reflejo de mis estándares personales”. No comparto ese parecer. Tal vez si hubiera sido padre dos décadas antes, probablemente habría incurrido en ese desajuste emocional, pero hoy creo que lo importante es ser feliz mientras se cultiva el intelecto, el pensamiento racional independiente y la gestión proactiva de las emociones. Finalmente, también te confieso estar de acuerdo con el querubín en que las reglas no necesitan ser sagradas: “Al aprender a escuchar la expresión emocional como una forma válida de comunicación y responder de la misma manera”, como padre debo ayudar a “minimizar los conflictos emocionales" con mis hijos, "generando confianza que ayudará a suavizar los años de adolescencia rebelde”. Fuente de la imagen: rvs 08/2020.