Miguel Urbaneja Arana (izq.), empresario de "Panadería la Curruca", y Manuel Velasco Carretero |
La tarde del martes la pasé en Coín (Málaga, España), junto a Miguel, compañero de pupitre de la Diplomatura de Empresariales (por el texto “Riqueza, trabazón y denuedo”, sabes que mi corazón se siente diplomado), que antaño nos dejaba su piso en Málaga cuando lo necesitábamos debido a los típicos desajustes estudiantiles. Al amigo algunos de nosotros lo admirábamos porque, huérfano de padre, varias noches a la semana ayudaba a su madre en la panadería que regentaban en el pueblo y por el día suponíamos que trasponía a la capital de la provincia para asistir a las clases universitarias. Todo un héroe. Arriba te dejo una foto que nos hicieron. Abajo inserto otra instantánea con algunos de los exquisitos productos que comercializa. Fuente de las imágenes: elaboración propia.
Estuvimos charlando largo y tendido de matices del negocio, posibilidades comerciales ampliando el mercado tradicional y el on line así como otros aspectos económicos y financieros. Deseo haber estado a la altura profesional que se merece como empresario, perenne emprendedor y mejor persona. Después de unas cuantas décadas, por fin cumplió su promesa de enseñarme el horno donde se elaboran los exquisitos panes tradicionales, bajo la marca “La Curruca”, alias que proviene de los coscorrones crujientes del pan recién horneado. En una de sus panaderías aún se conserva y sigue funcionando el horno primitivo de bóveda redonda tipo árabe. Si quieres más información, sugiero visites la página web de Panadería La Curruca.