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Pero ayer le confesaba a Jesús que no me disgusta laborar en invierno, con el cuerpo abrigado se entiende y sin mucho calor en la zona de trabajo. Parafraseando el refranero: "cuando el grajo vuela bajo, Manuel trabaja a destajo". Y es que el excesivo calor afecta negativamente a mi rendimiento, me entra pereza. Gómez, García y Alonso[1] apuntan el intervalo ideal de temperatura para estudiar entre 17 y 22 grados centígrados, ya que por debajo del límite inferior se genera excitación, desasosiego…. Y por encima del límite superior te atrapa la somnolencia, la desidia… por lo que olvidémonos de la concentración óptima si no existe una temperatura adecuada[2].
Por analogía, entiendo que en un trabajo en general y de oficina en específico, también es necesaria esa determinada homogeneidad en la temperatura a la que aluden los autores referenciados. Sin embargo, en mi país, el RD 486/1997[3] sobre disposiciones mínimas en seguridad y salud en el trabajo, establece para trabajos sedentarios, propios de oficina, una temperatura comprendida entre 17 y 27 ºC. De todas formas, no es bueno olvidar lo que me decía el agricultor[4], relativo a "cuando el grajo se posa en los balcones, te entra un frío de marrones", porque llega un momento que de tanto frío te invade un nerviosismo que tampoco es bueno[5]. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
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[1] P.C. Gómez-A. García-P. Alonso. Procedimientos para aprender a aprender". Ed. EOS 1991.
[2] En la zona de estudio.
[3] Real Decreto 486/1997, de 14 de abril, por el que se establecen las disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo. Publicado en: «BOE» núm. 97, de 23/04/1997.
[4] En Mollina, en el año 2002.
[5] Este texto va por todas las Anas, Cristinas, Puris, Inmas, Milagros... que se cruzan en nuestro caminar profesional. ¡Muchas Gracias, compis!