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Tal y como me enseñaron en los cursos de cata a los que asistí en los años 2008 y 2009 en el Museo del Vino Málaga, incliné la copa entre la trayectoria de mi vista y una servilleta que actuaba de fondo blanco, para deleitarme con ese inconfundible color cereza. Ya en nariz, se atenuó la cereza y entró en escena la ciruela junto a canela y, confirmaría, que clavo, todo ello ensamblado por madera. En boca, aparecieron nuevos matices difíciles de explicar por este aprendiz de todo, pero que reforzaron los fructificados y afables taninos, concluyendo con elegancia[2]. Este texto también se ha editado en el sitio VINOPOST, bajo el título “Roda I Reserva 2011”.
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[1] Si quieres acceder, clickea AQUÍ. Sitio visitado el 08/07/2018.