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En mi caso, a pesar de la oscura y recóndita letra, tanto esa canción como el resto del directorio musical The Wall, me ayudó (tránsito del COU a la Universidad), creando los acordes, la música del momento (ese grupo y Supertramp, Alan Parsons...), los amigos y la buena gente que me rodeaba, un confortable muro donde, adormecido o entumecido, logré transitar esos difíciles años de todo adolescente. Y aún hoy me acompaña en mi trote matutino por el Paseo Marítimo de Málaga (España), sustituyendo al concierto que te comenté hace ya once años, en el post “Footing meditabundo”[2].
Me tomo la libertad de transcribir la letra:
¿Hola? ¿Hay alguien ahí dentro? Tan sólo asiente si puedes oírme. ¿Hay alguien en casa? Vamos. Ahora. Oí que te sientes mal. Bueno, puedo calmar tu dolor y lograr que te pongas en pie de nuevo. Relájate. Necesito algo de información primero. Sólo lo básico. ¿Puedes mostrarme donde te duele?
(Estribillo: No hay dolor, te estás alejando. Una distante barca humea en el horizonte. Vienes a través de las olas. Tus labios se mueven, pero no puedo oír lo que dices. Cuando era niño, tuve fiebre. Mis manos se sentían como dos globos. Ahora tengo esa sensación de nuevo. No lo puedo explicar. No lo entenderías. Así no es como soy. Estoy entumecido confortablemente. Me he convertido en un cómodo insensible).
Está bien, solo es una pequeña punzada. Y no habrá más: AHHHHHHHHHHHHH!! Pero puede ser que te sientas un poco enfermo. ¿Puedes pararte? Creo que está funcionando, bien. Eso te ayudará para seguir con el espectáculo. Vamos, es hora de irse. (Estribillo).
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Un poco de Pink. 2009. Sitio visitado el 02/05/2016.