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Ese hecho fue catalogado como “el efecto Pigmalión”, ya que su protagonista superó lo que esperaba de sí mismo y al pensar tan intensamente que la estatua estaba viva, ésta llegó efectivamente a tener vida humana[4]. Siguiendo las ideas claves de la asignatura, en 1969, el profesor en la Harvard Business School J. Sterling, publicó “Pygmalión in Management”[5] relacionando las investigaciones realizadas sobre la motivación y la gestión empresarial, centrándose en la influencia que tienen las expectativas de una persona en la conducta de otra, concluyendo que si esas expectativas que deposita un directivo en un subordinado son altas, su rendimiento es superior y, por el contrario, si son bajas su rendimiento disminuye [6]. Imagen incorporada con posterioridad; fuente: Kookay en pixabay.
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[1] A principios de la década de los noventa del siglo pasado.
[2] Con Andrés, en el Grado en Derecho.
[3] Sánchez Hernández, M. y López Fernández, M. Pigmalión en la escuela. Editorial Universidad Autonómica de la Ciudad de México. 2005.
[4] Aunque, parece ser, con la intervención de la Diosa del Amor.
[5] J. Sterling Livingston. Pygmalión in Management. Harvard Business School. 2009.