Fuente de la imagen: captura de pantalla de una de las redes virtuales cerradas en las que me encuentro integrado. |
En función de los proyectos en los que colaboro, me
encuentro integrado en varias redes internas de empresas o instituciones.
Facilitan la configuración y las claves de acceso y “a conducir como papá”, ya
sea coordinando un proyecto, asesorando, participando en un consejo… Desde el smartphone, la tablet, la consola... y desde cualquier parte del mundo estoy conectado con estos grupos de profesionales con objetivos comunes o compartidos.
Pienso
que las redes sociales virtuales tupidas o discrecionales poseen una
seducción extra para los emprendedores, debido a que cada miembro debe afrontar mucho
más del puesto descrito en su perfil o pie de foto, posibilitando este tipo de
entramado interno el cambalache de pensamientos profesionales y laborar con
flexibilidad, interacción y de manera cohesionada. Actualmente, su diseño tecnológico es similar a las que conocemos abiertas[1], pero sólo usadas por determinados colectivos en sus ámbitos internos empresariales
o institucionales, exclusivos o privativos de actuación
profesional o laboral.
A través de este tipo de soluciones, citémosle “cerradas”,
puedo acceder de una forma rápida, eficaz, a todas aquellas actividades,
procesos, tareas que tengo asignadas, ya sea directa o colateralmente,
permitiendo coordinar mucho mejor la fuerza del equipo, colaborar con otros
miembros con independencia del punto de la Tierra sonde se encuentren, fluir efectivo de las continuas marejadas de
información, facilitando decidir cerca de la excelencia, economías de tiempo y
costes y, en síntesis, ser eficiente (Fuente de la imagen: cabecera de una de las redes sociales virtuales cerradas de Reddium[2]).
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[2] Sitio visitado el 23/02/2014.