Fuente de la imagen: padrinan en pixabay |
La idea me pareció muy interesante, así que, ni corto ni
perezoso, me puse en contacto con el AMPA y les comenté la propuesta que no era
otra que la organización se encargara discrecionalmente de estos y otros
menesteres. Pero pasaba el tiempo y no recibía ningún comentario, instrucción u orientación.
Me dijeron que el tema se había tratado en la junta directiva. Parece que existían otras cuestiones más importantes como, presuntamente, preparar la visita de los
reyes magos o qué hacer con los excedentes de tesorería: ¿una paella, un viaje,
comprar un ordenador…? Me plantearé este año si seguir en esa asociación.
Ante la no respuesta, obstinado contacté con la secretaría
del colegio y le argumenté el concepto. Se brindaron sin excusas y
recepcionaron las cajas. Meses después, vía radio macuto del patio me llegó el
rumor de que tal o cual familia había recibido circunstancial y
discrecionalmente unos pantalones de chándal, un polo, un jersey… con el que
podían llegar a final de curso sin desembolsos económicos complementarios. Me
sentí feliz. En el mes de agosto que ayer terminó, fui consciente de la campaña de Elena Alfaro “Por un precio justo para los libros de texto”[1], en change.org,
pareciéndome atrayente el proyecto.
La retirada de becas, la subida del IVA…
y, en síntesis, la cruda crisis que
padecemos, colocan a muchas familias españolas en el estadio de dificultad
económica a la hora de comenzar al año académico de sus hijos. Alternativas
como un sistema efectivo para la reutilización de libros o la selección de textos por concurso entre editoriales, no me cabe duda que posibilitarían un acceso a la educación más desahogado sin aumentar el gasto público. Te dejo el vídeo con la campaña, subido a Youtube por
ChangeEspaña (Fuente de la imagen: sxc.hu). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: padrinan en pixabay.