jueves, 15 de septiembre de 2011

Me comieron de postre

Fuente de la imagen: archivo propio
¡Uf! Ajustada la mañana de ayer
Mientras organizaba en Mollina (Málaga, España), la programación de un apoyo de veintinueve trabajadores a las labores de vendimia y posteriores tareas de recepción de uva y resto de actividades de vitivinicultura, gestionaba con otro equipo vía telemática la cumplimentación de un requerimiento laboral para la tramitación del preceptivo expediente de salvación de un plan empresarial, al tiempo que atendía el día a día de los proyectos en los que tengo la suerte de colaborar.

¡Y qué me vas a contar! Me dirás. ¡Y que no falte! te apuntaré, tanto del trabajo como de los equipos con los que coopero. Saludé a Catarro, mi siempre maestro de bodega, Boli, de la sección Vinícola, Gerardo, de Fitosanitarios, Juan María, de administración, José Antonio, de la Sección de Crédito… ¡Cuántos recuerdos! Mantuve una profunda conversación con el Maestro Domingo, de la planta de Aderezo, acerca de la situación económico y social, tanto macroeconómica como a nivel local, del pueblo.

"Se me fue la olla" y llegué tardísimo a una reunión en el Ayuntamiento de Antequera, donde tuve la oportunidad de saludar a Belén, concejala de Empleo, Turismo y Deportes. Al mediodía, almorcé en un céntrico establecimiento, con técnicos y representantes de distintas instituciones y tonalidades políticas. Surgió el tema de la jubilación y las pensiones. El caso es que algunos ven crudo eso de tener una cobertura económica que posibilite una ancianidad decente y rica. Son muy pesimistas respecto a la reversión de sus contribuciones a la Seguridad Social. Otros, incluso, van más allá, y cuestionan los planes de pensiones. 

Los que abogan por generar inversiones en bienes raíces, viviendas, plata, oro… son acallados por la minoría que piensa que ni siquiera esos valores refugio, cuando se necesiten enajenar, serán comprados a cotizaciones decentes. ¿Por qué? Porque los que deberían adquirirlos a precios de teórico mercado, la juventud, no podrán hacerlo porque no tendrán capacidad adquisitiva para ello, por lo que si no hay demanda, sabemos lo que pasa con el precio.

Ya en los postres, ante el sombrío cuadro, se me ocurre decir que podría existir la posibilidad que los productivos individuos de la globalización, es decir, de otros puntos del globo terráqueo, al ser más ricos, pudieran adquirir nuestras coberturas económicas para la vejez. ¡Ah! Me comieron de postre. "La pescadilla que se muerde la cola", concluí (postre de imagenes-gratis.net). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: archivo propio.