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Una pronunciada extroversión puede generar menos capacidad receptiva, discusiones con el equipo, malos rollos y, por derivación, tierra de por medio con la necesaria invención, la estimulación y la creatividad. Para obtener un óptimo resultado de su trabajo, un colaborador o colaboradora proactivo no necesita tantas dosis de extroversión en su líder y sí más receptividad, escuchar más y hablar menos, meditar la retroalimentación recibida y estimular al equipo. Es decir; más introversión. Si, además, el introvertido no se obsesiona por el puesto[1], la escala social[2] y la autoridad[3], la relación entre el líder y su equipo mueve montañas. Por tanto, creo que dependiendo del perfil del equipo, deberás inclinarte hacia uno u otro estilo de liderazgo, pero ¡Cuidado con los extremismos! Que siempre son dañinos[4].
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[1] Soy el director o directora, el jefe…
[2] Me invitan a tal o cual evento.
[3] ¡Ah, el poder!