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Cuando me encuentro con estos últimos individuos, intento no perder la calma, pensando que muy probablemente, al inicio de mi formación práctica en tal o cual especialidad o en cualquier otro momento de mi vida laboral, he sido incompetente y he metido la pata.
No estoy justificando la incompetencia. Torear la frecuente inutilidad de una persona puede ser frustrante, pero perder los papeles no te va a ayudar. Mención aparte merecen los que viven continuamente en un limbo, no dándose cuenta de la suerte que tienen y que, tarde o temprano, ésta puede desaparecer.
Con independencia que en determinados casos, te preguntes qué será de esa persona en su vida, procura sacar el máximo partido de las torpes situaciones generadas (