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Procuro vivir cada día como un momento especial del andar por la Vida, pero esta semana es de esos periodos que, de vez en cuando, te golpean de tal forma que deseas que llegue el sábado y domingo para desconectar un poco del trabajo. Te cuento. Recibí una noticia profesional que, si bien en lo cuantitativo –económico- es escasa, en lo cualitativo -ilusión- desbordaba. Cuatro personas llevábamos trabajando un año en el proyecto, al que se nos invitó, primero informalmente y, luego, de manera formal. Era tal la ofuscación, que visionábamos, incluso, el resultado.
Era tal nuestra confianza, que explicábamos a nuestro interlocutor, con el cual nos sentíamos, también, en confianza, aspectos técnicos de la ejecución más allá de lo que formalmente se pedía. ¿Ilusos? No. Acciones Sinceras. Ayer, se me ocurre consultar Internet y observo que el proyecto, desde hace un corto tiempo, se lo han concedido a otra organización. Ni tan siquiera una llamada telefónica. Cuestión de Estilo, sí, probablemente tenga más suerte de la que esta mañana escasamente me atribuyo y con esos perfiles institucionales como que el destino no me une. La Vida Misma.
Podría dar importancia a aquéllos que me decían lo típico que se suele comentar en estos casos. Pero no quiero. me niego. Sólo estoy triste. No pienses que soy "más papista que el Papa". No. Sólo intento conjugar los intereses profesionales con los institucionales, sociales y empresariales y con tu ética de actuación o tu tabla de valores. Unas veces con mejor y otras con peor acierto. Anoche, me decía una persona que respeto, entrada en años y a la que recurro para llorar en su regazo: “Sufre, mamón, que a través de esa filosofía, renacerás mas fuerte”. Gracias. Por fin, sábado (El Lunar robado, ilustración de J. Escudero; fuente. MEC). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: SpiritBunny en pixabay.