
Dice Serafín, en la presentación: “Sin la presencia del vino no puede entenderse nuestra cultura occidental, herencia de ese conglomerado de tradiciones que, desde los imperios asirio y persa, pasando por Egipto, cristaliza en Grecia y Roma. El arte y la literatura, como no podía ser de otro modo, ha recogido esa tradición e incluso ha sacralizado el vino. Frescos egipcios que reproducen el pisado de la uva, esculturas o pinturas griegas que representan escenas de recolección, imágenes pompeyanas de Dionisos y de los cultos dionisíacos, mosaicos de varias épocas, representaciones paleocristianas, retablos góticos, cuadros barrocos, pinturas impresionistas o cubistas. El vino ha servido siempre como inspiración de artistas y escritores”. Mereció la pena trasnochar (imagen de la portada del número de la revista).