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Todo estaba envuelto como de una salsa[1]: dos dientes de ajos, una cebolla, un tomate, uno o dos pimientos choriceros –guindilla- y una zanahoria, bien picado y guisado despacio en la cazuela; al final, se le pone una cucharadita de harina, se mezcla bien, luego al pasapurés y se vierte en un recipiente, donde se añaden los callos y los garbanzos. Imagino que habrá utilizado otros ingredientes, como vino blanco, pero formará parte de su secreto. De toda la comida, resalto las manitas de cerdos, que me recordaron los primeros años de universidad[2], cuando nos pasábamos por la Barriada de la Paz[3], a comer dicho plato, en el bar Arriate[4].
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[1] Que averiguo su composición buscando en Internet
[2] Principios de los ochenta..
[3] Málaga, España.
[4] Que tengas un buen fin de semana.