domingo, 15 de abril de 2007

Robo en maletas

Fuente de la imagen: StelaDi en pixabay
El verano del año 1996, de junio a septiembre, me lo tiré trabajando en la capital del reino, Madrid (España), en la Gran Vía. El lunes cogía el primer avión que salía de Málaga a Madrid y el viernes realizaba el trayecto contrario: Madrid – Málaga. Además del básico material de trabajo (la agenda y poco más), llevaba una maleta con la ropa para los cinco días (dos trajes, camisas, ropa interior, corbatas etc.). 

Una semana eché una corbata de seda, que me recomendó mi extinto amigo Luís en el año 1990, de una conocida marca de ropa italiana. También incorporé unos gemelos y un pisa corbatas de cierta calidad, a juego. Tenía un encuentro importante con la directiva confederal y me apetecía ponerme esos apreciados complementos. 

El viernes al mediodía, antes de irme para el aeropuerto, hice la maleta y metí la ropa usada así como los utensilios de vestir descritos. Al llegar a mi casa, en Málaga, deshice la maleta y no estaban ni la corbata, ni los gemelos ni el pisa corbata. Me sentí muy mal. El sábado me pasé por el aeropuerto y conté lo que me había pasado. 

Me insinuaron algo así como que realizara la reclamación pero que tenía que aportar pruebas. Me sentí inseguro, violado en mi intimidad. Me habían robado algo que para mí tenía un importante valor emocional. Ahora leo el reportaje Hurto invisible en las maletas de pasajeros, en El País, y he recordado esa triste, penosa, experiencia. Me he vuelto a sentir mal (Fuente de la imagen: sxc.hu). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: StelaDi en pixabay.