Fuente de la imagen: mvc archivo propio |
Mi cuento trataba de un niño huérfano, los Reyes Magos y un beso de su madre; quedó segundo. El primer puesto se lo llevó Juan Manuel, hijo del profesor de Mates (no recuerdo de qué versaba su relato). Me regalaron un libro sobre la historia de los Papas. Los dos primeros fuimos a la fase final (recuerdo la tristeza de Juan). Y pasó todo sin pena ni gloria. El caso es que unos meses después, escuché en la Cadena Ser la convocatoria de un concurso de relatos cortos y animado por un familiar, con dos reproductores de casetes domésticos y música de Villancicos, grabamos la master (si aquello se podía llamar master) con la voz de mi hermana y la enviamos a la emisora. Pasaba el tiempo y nada, ni una referencia, ni una carta, nada de nada. No podía ser. Aunque la grabación fuera deplorable, que lo era, el contenido era maravilloso (para mí, se entiende), había recibido los aplausos de toda una clase de octavo de EGB. No me lo explicaba.
Y un día de verano, caigo en un pequeño detalle. Con la ilusión y las prisas, había introducido el casete en un sobre, había puesto la dirección de la Cadena Ser y ya está, ni un remite, ni una referencia en su interior respecto al autor, su dirección etc. Los trabajadores de la emisora serían muy profesionales pero dudo que fueran adivinos. Mi gozo en un pozo. Y todo esto viene porque he recibido un email netmail, a través del gestor de correos de este blog, de una persona, Carmen, que me realiza comentarios acerca de los contenidos, que agradezco, y me invita a visitar su espacio virtual, pero no sé ni su dirección electrónica ni la página web a la que hace referencia. Como no soy de los que indagan las IP y otros epigramas escrutiñadores que no llevan a ninguna parte, pues me quedo con las ganas de visitar su sitio en Internet ¡Carmen, no soy adivino, mujer! (Formato de texto modificado posteriormente. Fuente de la imagen: sxc.hu). Imagen incorporada posteriormente; fuente: mvc archivo propio.
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[1] Que se celebró en Cádiz.