El Canal de Denuncias, ahora llamado Sistema Interno de Información (SII) y regulado por la Ley española 2/2023, es la herramienta más importante que tenemos para proteger la integridad como organización. Por eso, la formación es necesaria para que cada persona sepa cómo funciona y se sienta segura al usarlo (M. Velasco, 2023)[1]. Este sistema está diseñado para que todas las personas (empleados, líderes, proveedores, y hasta ex-trabajadores) puedan comunicar infracciones graves, como si alguien estuviera cometiendo fraude, desviando dinero o incumpliendo leyes importantes, y no para resolver problemas habituales de trabajo que deben ir a Recursos Humanos. La formación básica, obligatoria para todo el personal, se centra en lo práctico: dónde acceder al canal (una web, un teléfono) y, sobre todo, cómo garantizar la confidencialidad. Es importante explicar al usuario que su identidad está estrictamente protegida y que tiene la opción de informar de manera totalmente anónima. La única condición para recibir esta protección es actuar con "buena fe"; esto significa simplemente que, al informar, debe creer sinceramente que lo que dice es cierto. Por ejemplo, si una persona ve que se está desviando material de la empresa a un almacén privado, debe informar de ello. No se le pide que sea una investigadora ni que tenga las pruebas definitivas, sino que actúe con una creencia razonable y honesta de que hay una irregularidad grave. Esta formación inicial sienta las bases de la confianza para que la alarma ética funcione.
El segundo contrafuerte de la formación es la protección total contra las represalias, un mandato inquebrantable de la ley. Es necesario dejar claro que nadie puede ser castigado, ni con un despido, ni con una degradación, ni con un trato injusto, por haber utilizado el Canal de Buena Fe. Si una persona informa y luego es inexplicablemente trasladada de puesto o se le niega una promoción, ese acto se considera una represalia y es nulo. Aquí es donde la capacitación se especializa. A los mandos intermedios y al liderazgo hay que enseñarles a ser los principales guardianes de esta protección. Su rol es básico para crear un ambiente donde el equipo se sienta animado a hablar y totalmente seguro de no sufrir consecuencias negativas. Deben dar ejemplo y fomentar una cultura de integridad. Por otro lado, el equipo gestor del Canal recibe una formación técnica intensa, aprendiendo el protocolo detallado: deben acusar recibo de la comunicación en un plazo máximo de siete días y tienen que investigar con total independencia e imparcialidad, como si fueran jueces internos. Igualmente, se les forma rigurosamente en la Ley de Protección de Datos para asegurar que la información de la persona denunciante y de la persona afectada se trate con el máximo secreto y se elimine en los plazos legales, especialmente si la información no es confirmada. Concluyendo, la formación asegura que todas las personas, desde el líder hasta el personal de nuevo ingreso, entiendan que el Canal es una herramienta para la transparencia que se sostiene sobre dos principios: seguridad para quien informa e imparcialidad en la investigación.