En relación al futuro de las empresas, a algunos de los empresarios, directivos y representantes de instituciones con los que he tenido la oportunidad de convivir profesionalmente, les he comentado que si quieren amasar un proyecto grande, que trascienda después de su cese, de su jubilación o de su muerte, éste debe superarles y estar por encima de los personalismos de cualquier tipo. Apple puede tener un problema de esta índole. El súper imaginativo y magnánimo Steve Jobs, fuente inagotable de invención y beneficios de la compañía, esta semana nos ha dejado. Tardíamente me he incorporado como usuario de su tecnología y no puedo decir otras cosa que fantástica, intuitiva, sencilla.
Tal vez, el estar el mercado acostumbrado a los vaivenes del líder, desde que en la década de los ochenta del siglo pasado fue despedido, hasta sus problemas de salud a partir de 2004, augurarían un largo futuro a la empresa. Pero sin Jobs ya nada será igual. Quizás, con suficiente tiempo el líder debería haber propiciado la apertura de Apple a otros espíritus visionarios como garantía de pervivencia del negocio cuando él desapareciera. En todo caso, al concebir a Jobs su molde se quebró. Te dejo una foto de Steve Jobs con otro monstruo, Bill Gates, en una conferencia digital en 2007 (fuente: Wikipedia).