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En el segundo caso, algún miembro del consejo directivo empieza a dudar si verdaderamente ese individuo puede afrontar con garantía de éxito todo lo que se le viene encima. En síntesis, por ambas instituciones pululan los fantasmas de la equivocación. Un error, en el que solemos caer con demasiada frecuencia, es pensar que el proceso de selección o las entrevistas, con los filtros e investigaciones que se realicen, garantizan que el aspirante optado es el ideal y que ya hemos resuelto la situación organizativa. No.
Para reducir el riesgo al fracaso, suelo proponer que antes de cerrar el trato laboral, probemos durante unos meses al candidato. De esta forma, no nos comprometemos hasta tanto no descubramos el verdadero valor que nos puede aportar y el resultado de su integración en nuestra estructura empresarial. Paralelamente, el pretendiente no adapta toda su parafernalia personal (casa, hijos, seguir buscando trabajo…), hasta tanto no perciba seguridad en su nuevo puesto (composición de imagenes-gratis.net). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: geralt en pixabay.