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Aprendí bastante. Más que de cuestiones tecnológicas, de relaciones humanas. A estos seres les gusta la perfección y poseer la última solución tecnológica. Su pensamiento suele ser metódico y consecuente. La nómina de final de mes era importante, pero aún más el sentirse cómodos, sin uniformes obligados, con sus fetiches encima del teclado. Jugar, reírse, currarse sus propios proyectos. Para ellos, los avances tecnológicos son signos de inteligencia y competitividad. Ahora bien, procura elegir el momento adecuado para decirles que se han equivocado, porque no tienen tendencia a reconocerlo. Más bien, un poquito de vanidad sí.
Mi estrategia para intentar integrarme y adaptarme fue adquirir algunos conocimientos sobre la materia, procurar escucharles, testar y consensuar determinadas decisiones estratégicas, no interrumpirles con solicitudes de configuraciones, copias o florituras, no bombardearlos con especificaciones de última hora, tener paciencia con las temporalizaciones y, si tenían la razón, defenderlos a muerte. Bueno, algo más. Como te comenté en el post "Hipocresía y Sinceridad"[2], "cebarlos" a base de "pescaito" frito, Monstespejo y ron Pampero. Un estómago de informático o teleco satisfecho, propicia un cerebro agradecido[2]. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Hipocresía y Sinceridad. 2004. Sitio visitado el 07/07/2009.