El texto de Lluís Pellicer en El País, Constructores a la fuga, me ha recordado el artículo de The Economist, The nuts and bolts come apart. ¿Está sucediendo lo mismo que en la década de los treinta del siglo pasado? Eso es lo que se podría dilucidar de su lectura. En esos años, el comercio decayó, la demanda global se constreñía, los precios se despeñaban y los gobiernos se embarcaban en una espiral proteccionista.
Hoy, el comercio incurre en la crisis por el derrumbe de la demanda, junto al grave desequilibrio crediticio. ¿Aprenderemos de la Historia? Había una diferencia. Entonces, alguna vergüenza o pundonor todavía soplaba en el ambiente; los jugadores de bolsa y especuladores en todos los sectores empresariales, incluidos los constructores a los que referencia Pellicer, generadores de negocios piramidales y otros monumentales chanchullos, se tiraban desde los últimos pisos de los rascacielos.
Cosa que no sucede en la actualidad, todo lo contrario, diría: huyen, se esconden o se recogen en sus cuarteles a la espera de que el temporal amaine, con la ayuda de lo Público, para, luego, retomar sus actividades especulativas o fraudulentas (imagen del Jueves Negro, 24 de octubre de 1929, donde los inversores se agolpaban frente a la Bolsa para conocer la caída de las cotizaciones; fuente: Wikimedia Commons).