lunes, 4 de noviembre de 2019

Con exquisito rigor y didáctica

En ”De corazón Diplomado” te contaba mi paso por la Escuela Universitaria de Estudios Empresariales, reflexionando acerca de la preparación de los diplomados (otrora “profesores mercantiles”) y de los economistas. Si bien la Escuela de Málaga (España), situada entonces en Martiricos, al lado del campo de fútbol de La Rosaleda, tenía una solera especial y cuando me tocó ser alumno, había un buen elenco de profesores, en lo que a la contabilidad se refiere, estaban muy condicionados por la Cátedra de entonces que, en mi opinión, “tenía el paso cambiado” ya que, a pesar que en 1973 se había aprobado un Plan General de Contabilidad, en las clases de esta materia se seguía impartiendo una contabilidad digamos “un tanto especial”, conocida esa “programación didáctica” en aquellos tiempos como la “contabilidad del Requena”, en honor de José María Requena Rodríguez, que fue miembro de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras. No quiero quitarle ninguno de sus merecidos méritos, pero todavía recuerdo las gotas de sudor de vergüenza cuando me puse a realizar la primera contabilidad en el bufete que me acogió. ¡Ay! ¡La dichosa problemática de las “mercaderías”! Que me sirvieron para aprobar la asignatura de Contabilidad pero que nada tenía que ver con la problemática contable del Plan de 1973. 

En fin. Eran otros tiempos, lo sé. Como decía el extinto Alfonso: "Unos nacen con estrella y otros estrellaos”. El caso es que, con la ayuda de mis contactos profesionales por aquellos tiempos, tuve que reforzar mis conocimientos en contabilidad. Recientemente, en la preceptiva limpieza de la balda que tocaba de la estantería, sobresalió el libro que me dejó Celestino Canorea Merino, titulado “Planificación Contable”[1], que he estado re-hojeando en el fin de semana pasado y que arriba te dejo una foto de la portada. Con muy buen tino, se dice en la presentación del texto que la progresiva implantación del Plan General de Contabilidad en las empresas españolas debía significar por aquellos tiempos (finales de la década de los setenta, principios de los ochenta del siglo pasado), una homogeneización y normalización de los estados contables. Canorea Merino desplegó en el manual, con exquisito rigor y didáctica, una abundante y adecuada representación gráfica y un elevado número de ejemplos con la finalidad de orientar en la tupida red de interrelaciones, asientos y denominaciones contables. Querido Celestino, si por casualidad me lees, quiero que sepas que tengo que devolverte el ejemplar del libro que me dejaste (me pasé por la última empresa que me dijeron ejercías de directivo, pero ya no estabas). Parte de este texto también se ha editado en el sitio BOOK-POST, bajo el título “Planificación Contable”. Fuente de la imagen: elaboración propia. 
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[1] Canorea Merino, Celestino. Planificación Contable. Editorial Banco de Vizcaya. 1979.