Fuente de la imagen: pixabay |
Terminé exhausto en una reunión con jóvenes empresarios. De camino al hogar reflexioné acerca de la necesidad de los perfiles emprendedores de conocer cuál es el circuito, relación de hitos o programación, que les posibilite un éxito sin precedentes en la actividad que pretenden promover. No nos damos cuenta que la dilucidación de esos caminos probablemente no sea posible con la exactitud que pretenden, salvo que seamos expertos adivinadores del futuro; pero dejémonos de fantasías. Después de escucharlos decidí expresar que lo más sensato era desplegar una comprensión o pensamiento creativo apropiado a su actividad empresarial. Conseguido ese hito e incorporado al bagaje de hábitos mentales, se multiplican las posibilidades de obtener los horizontes profesionales ambicionados.
¿A qué rutinas intelectuales o cerebrales debemos habituarnos para conseguir esos éxitos anhelados? Expertos recomiendan desde procurar el uso del cerebro más que el corazón (sugerencia con la que no comulgo totalmente porque pienso que hay que escuchar también al corazón), hasta ser tolerantes, adaptables, flexibles, pasando por conservar el frenesí, disipar la aprensión a lo desconocido, no perder de vista los datos económicos, financieros y operacionales, tanto las previsiones como las realizaciones y sobre todo los desajustes entre unos y otros, trabajar en la idea de una sola cultura empresarial o aspectos tan básicos como que la empresa está conformada por personas y depende de personas y, por lo tanto, hay que tratarla con respeto y consideración (Fuente de la imagen: pixabay).