Fuente de la imagen: rvs/2013 |
Enriquecedor desayuno de trabajo el
que disfruté ayer con Gracia y Rafa. "Corto me supo". Críticas y autocríticas por
doquier en el foro adecuado y con un enfoque proactivo (me estoy empezando a
cansar de tanto utilizar y escuchar la palabra “proactividad”). También escaso me pareció el
encuentro de la tarde en Huelva (España) con un grupo de directivos, charlando sobre el
liderazgo en los negocios, criticando, analizando, reflexionando sobre las pautas de conducta de
estos adultos en la vorágine económica, financiera, operativa y comercial
actual.
De todo lo tratado, resalto una de
las conclusiones. Parece que no es infernal todo lo que envuelve a los ejecutivos
groseros, atronadores y directos: se benefician de las desnutriciones y vacilaciones
de los individuos que pululan a su rededor. Aunque vayan a su bola, en ocasiones pueden
salvar un proyecto o empresa. En fin. Expresé que ese presunto atributo
positivo de esos también llamados “líderes”, radica en la debilidad e
inseguridad de los equipos que coordinan o dirigen. Para mí seguirán siendo amedrentadores
o mafiosos. Te dejo el dibujo que me realizó
antes de ayer un peque de ocho años, mientras navegaba por Internet.