miércoles, 21 de abril de 2010

Elijo ser bueno

En Granada (España), junto a Albert. Fuente de la imagen: archivo propio
El otro día le trasladé a un alto directivo que en la actividad empresarial "no sé si realmente soy bueno pero, en todo caso, elijo ser bueno". En verdad, esta idea, pensamiento, visión u objetivo, se la escuché y copié a Paco (Gracias, Paco, por permitirme la apropiación del mensaje), porque me venía como anillo al dedo para expresar el sentimiento. En este ajustado e impredecible mundo económico y financiero, siendo bueno: ¿Se consiguen excelencias? ¿Se es premiado? A priori, diría que no. En general, el bueno es estrujado, manipulado, estafado, silenciado por el malo. Entonces ¿Por qué debo ser bueno? 

Mi respuesta es porque quiero al proyecto en el que estoy y, por tanto, a sus colaboradores, clientes, proveedores, accionistas y resto de terceras personas e instituciones, lo que a su vez deriva en que deseo beneficiarlo y generar expectativas sólidas de presente constructivo, futuro proactivo y pasado decente o, como dice otro contacto, "pasado de cabeza alta y orgulloso de tu historia". Si no se siente ese amor profesional, libre, que surge de nuestro interior y de la libertad de elegir y de querer, no se concibe la ética, la moral y la profesionalidad que debe envolver a todo proyecto empresarial (imagen de citypostales.com). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: archivo propio.