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Además, dado que no sólo recolectan información sino que, además, la distribuyen, los merodeadores pueden actuar como termómetros de la organización. Sin embargo, este tipo de idilios funcionan sólo cuando las reglas están claras. La dirección no debería tratar a sus confidentes como chivatos, responsables de comunicación o voceros, sino como traductores consagrados a aproximar las diversas caras del director. Por otro lado, se debe conservar y amparar la confianza entre el líder y el confidente, y entre el confidente y el resto del personal. La dirección nunca le debe pedir a un merodeador que mienta o manipule[3].
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[1] Sitio visitado el 12/12/2007.
[2] Buchanan, Leigh (2007). The CEO Whisperer. Inc.com. Sitio visitado el 12/12/2007.
[3] Ilustración del MEC. Fuente de la imagen: sxc.hu. Imagen incorporada con posterioridad; fuente: mvc archivo propio.