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Fuente de la imagen: Fluido Silencio de Confianza: Examen como Encuentro (M. Velasco, 2025) |
Lamentablemente, esta es una dinámica que, en mi experiencia, parece acentuarse en la universidad pública. ¿La razón? El sistema de promoción académica. Los criterios de acreditación y los baremos de plazas priorizan abrumadoramente la investigación y las publicaciones indexadas. La calidad docente, la capacidad de inspirar, de conectar con los alumnos y alumnas, de transformar vidas, a menudo queda en un segundo plano, o es difícilmente cuantificable en un CV. Se promociona al que "publica más", no necesariamente al que "enseña mejor". En contraste, la universidad privada, en su mayoría, opera bajo una lógica diferente. Aquí, el alumnado es, explícitamente, un cliente. Y como en cualquier sector donde el cliente paga, la institución se ve obligada a centrar sus esfuerzos en la satisfacción del estudiante. La calidad de la docencia, la atención individualizada, la empleabilidad de sus egresados y la experiencia global del campus se convierten en factores críticos de éxito. Esto genera una presión positiva para que el docente priorice la excelencia en el aula, la cercanía con el alumno y la relevancia de los contenidos para su futuro profesional. No es una cuestión de idealismo, sino de pura supervivencia y competitividad. Por todo lo anterior, pienso que la universidad pública se enfrenta a un dilema existencial. Es el motor de la investigación y la producción de conocimiento, una labor irrenunciable. Sin embargo, no puede permitirse el lujo de olvidar su función primordial de formar a las futuras generaciones. La actual estructura de incentivos y promoción genera una tensión disfuncional entre la investigación (cuantificable y premiada) y la docencia (a menudo subvalorada en los baremos). Esto afecta a la calidad de la enseñanza, pero, indudablemente, desmotiva a aquellos docentes con una verdadera vocación pedagógica, que se sienten penalizados por dedicar tiempo y esfuerzo a su alumnado en lugar de a "generar" papers.
Urge, por tanto, una reevaluación profunda de los criterios de acreditación y promoción del profesorado en la universidad pública española. Propondría lo siguiente. - reequilibrio de baremos, aumentando significativamente el peso de la calidad docente en los procesos de acreditación y acceso a plazas, que podría medirse a través de evaluaciones serias al alumnado (con encuestas bien diseñadas y anonimizadas), metodologías de enseñanza innovadoras (con premios, reconocimientos y espacios para compartirlas), materiales didácticos de calidad (compendios, casos prácticos, simulaciones), tasas de éxito y empleabilidad del alumnado, tutorización efectiva y personalizada, formación pedagógica obligatoria y continua, estableciendo programas robustos de formación pedagógica para todo el profesorado, especialmente para los nuevos ingresos. La excelencia en la investigación no garantiza la excelencia en la enseñanza; carreras diversificadas, creando vías académicas más flexibles que permitan a los docentes especializarse y ser valorados prioritariamente por su excelencia docente, sin la misma presión por la investigación. También, no debe faltar “objetivos” reconocimientos y “justos” premios a la docencia, estableciendo sistemas de reconocimiento y premios internos que valoren públicamente a los docentes que sobresalen en su labor pedagógica, creando referentes y motivando la mejora continua e incentivos para la transversalidad, fomentando la conexión entre la investigación y la docencia de manera que la investigación alimente directamente la calidad de las clases, y no al revés. Finalmente, la universidad pública es un bien irrenunciable, pero para que siga siendo el motor de progreso y la cuna de futuros líderes, debe recordar que su verdadero "secreto" de éxito, reside en poner a las personas –profesores y, sobre todo, alumnos– en el centro de su misión (M. Velasco, 2025)[1]. Es hora de sanar la balanza y asegurar que la ambición académica individual no eclipse la vocación colectiva de educar y formar a la sociedad del mañana.
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[1] Velasco-Carretero, Manuel (2025). La fortuita revelación del secreto mejor guardado. Sitio visitado el 3/6/2025.
[1] Velasco-Carretero, Manuel (2025). La fortuita revelación del secreto mejor guardado. Sitio visitado el 3/6/2025.