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Fuente de la imagen: mvc archivo propio |
No es una ronda de vigilancia suspicaz. No hace falta, puesto que los conozco suficientemente. Es un disfrute sereno del conocimiento en acción. Percibo la danza silenciosa de las mentes trabajando, el esfuerzo concentrado en los trazos de bolígrafo. Confío profundamente en cada persona que se enfrenta al reto de la necesaria evaluación. Lo saben, puesto que nuestra relación estudiante-docente se ha tejido a lo largo de estos meses, un conocimiento mutuo que va más allá de la mera instrucción. En ese momento, mi rol de profesor se entrelaza con la admiración por su dedicación. Ellos escriben, explorando los confines del Derecho Administrativo Turístico; yo camino, sintiendo la vibración del aprendizaje que emana de cada pupitre. Es una sensación única, indescriptible, un privilegio ser testigo de este despliegue de potencial. En ese instante, el aula se transforma en un crisol de visiones, un espacio donde el conocimiento fluye, solidificándose a través de la escritura, y el que te escribe, como docente, disfruta intensamente de ese espectáculo silencioso y, a la vez, poderoso. Feliz descanso vacacional.