lunes, 9 de junio de 2025

Grito por la Humanidad en la Justicia

Fuente de la imagen: De los Delitos y de las penas. Sitio book--post (M. Velasco, 2009)
Hubo un tiempo[1] en que la justicia se vestía de arbitrariedad y el castigo se teñía de una crueldad que hoy nos estremece. En ese escenario, donde el poder solía dictar sentencia sin mesura y la tortura era un método aceptado para arrancar confesiones, emergió una voz que, por su valentía, prefirió el anonimato. Era 1764, y el mundo recibía "De los delitos y de las penas" (reseñado por M. Velasco, 2009)[2] de C. Beccaria (1764)[3], una obra que, a pesar de su discreta aparición, resonaría como un trueno en los cimientos del derecho penal. Y es que Beccaria, con una lucidez asombrosa para su época, señaló los fallos y propuso una revolución en el pensamiento jurídico, alzándose su pluma con firmeza contra la pena de muerte, calificándola de práctica ineficaz y profundamente inhumana, un residuo de barbarie que no tenía cabida en una sociedad civilizada. De igual modo, desenmascaró la falacia de la tortura, revelando su ineficacia para obtener la verdad y su intrínseca aberración moral[4]. En el corazón de su propuesta latía la idea de la proporcionalidad de las penas. Beccaria clamaba por un sistema donde el castigo se ajustara milimétricamente a la gravedad del delito cometido, desterrando la desmesura y la arbitrariedad que tanto desfiguraban la administración de justicia, no siendo concebible que la misma ofensa recibiera condenas radicalmente distintas según el capricho o el criterio de un juez.

Pero su visión iba más allá del castigo, debido a que fue un ferviente defensor de los derechos del acusado, abogando por un proceso donde la persona señalada tuviera plenas garantías de defensa, donde la justicia operara con imparcialidad y su desarrollo fuera transparente, lejos de los oscuros laberintos de los juicios secretos y donde la presunción de inocencia, aunque no formulada con la precisión actual, era un espíritu que impregnaba su pensamiento. Un contrafuerte básico de su propuesta era la importancia de la ley escrita y clara, sin recovecos, puesto que para el autor el ordenamiento jurídico aplicable no podía ser un terreno fértil para la interpretación caprichosa, sino un faro, nítido y accesible para todas las personas, de modo que cada ciudadano, cada ciudadana, supiera qué acciones eran delito y cuáles serían sus consecuencias. Solo una ley así, publicada y entendible, podía asegurar la equidad y prevenir la tiranía judicial. Detrás de cada pena, Beccaria veía una finalidad trascendente: la disuasión. El castigo no debía ser un acto de venganza, sino una herramienta para persuadir a otros de no cometer delitos y su eficacia no radicaba en su brutalidad, sino en su celeridad y certidumbre. Una pena moderada, pero inevitable, era para él mucho más poderosa que una cruel e incierta. Y en esta cruzada por una justicia más humana, Beccaria entendió el poder de la opinión pública.

Beccaria convocó a la sociedad a ser parte activa del proceso judicial, a estar informada y a participar, ejerciendo de esta forma un control social sobre el poder judicial que reforzara la transparencia y la imparcialidad. La resonancia de la obra de Beccaria fue inmediata y, afortunadamente, encontró un poderoso aliado en la figura de Voltaire. El célebre intelectual de la Ilustración abrazó las ideas del joven pensador italiano y las amplificó con su agudeza y su vasto alcance, dedicando un famoso comentario que sirvió para enfatizar y difundir aún más los argumentos de Beccaria. Voltaire, con su incisiva crítica a las injusticias de su tiempo, encontró en "De los delitos y de las penas" un eco a sus propias luchas. El impacto de esta obra fue, sencillamente, revolucionario, sentando las bases para el derecho penal moderno e influyendo de manera decisiva en movimientos y reformas legales por toda Europa y América. Su legado se materializa en la abolición de la pena de muerte y la tortura en un sinfín de países, así como en la promoción incansable de los derechos de los acusados. El "De los delitos y de las penas" de Cesare Beccaria, iluminado por el apoyo de Voltaire fue un grito por la humanidad en la justicia, una semilla que germinó en la conciencia colectiva y transformó para siempre la forma en que las sociedades conciben el crimen y el castigo. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
__________________
[1] No tan lejano en la historia de la humanidad.
[2] Velasco-Carretero, Manuel (2009). De los Delitos y de las penas. Sitio book—post. Visitado el 9/6/2025.
[3] Beccaria, Cesare (1764, 1776). De los delitos y de las penas. Ed. Alianza Editorial (2008).
[4] Para Beccaria, el castigo debía disuadir, no ensañarse.