domingo, 21 de abril de 2013

Provecho del culazo

Fuente de la imagen: RyanMcGuire en pixabay
Patinando ayer el querubín, se ve que estaba cogiendo seguridad en sus movimientos y progresivamente iba arriesgando en velocidad, pero un descuido le generó un desajuste en el equilibrio y el preceptivo “culazo” con el correspondiente y proporcional desengaño. Mientras le ayudaba a levantarse, no se me ocurre otra cosa que decirle que la frustración era buena. 

Sus ojos, con restillos de lágrimas, me miraron impávidos, tal vez preguntándose su cerebro qué es lo que le quería transmitir o si yo había tenido disfrutaba de un día tonto. “Ya que has tenido esa caída en tu camino, analiza por qué ha ocurrido y la próxima vez dispondrás de la experiencia en tu cabeza, que te servirá para afrontar situaciones similares. Recuerda que el que no haya tropezado no ha experimentado el culazo”.  Le dije.

Evidentemente, el fracaso nunca es bienvenido, así que si me cuentan que es lo mejor que me puede pasar, ya sabes que no estoy de acuerdo. Pero ya que me ha visitado, voy a sacar el máximo provecho de esa situación ¿no crees? No te voy a contar los novecientos noventa y nueve errores de Edison para inventar el filamento de la lámpara incandescente en el intento mil, pero sí que la investigación y el emprendimiento en la mayoría de las ocasiones vienen acompañados de meteduras de patas o errores. 

El investigador, el emprendedor y el crío La investigación, la emprendeduría y la infancia deben ser conscientes del riesgo, estableciendo los dispositivos mentales y organizativos precisos para que ese peligro, inseguridad o trance forme parte del proceso de aprendizaje o creativo (Fuente de la imagen sxc.hu). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: RyanMcGuire en pixabay.