jueves, 3 de septiembre de 2015

Intranquilidad enraizada

Fuente de la imagen: pixabay
El mes de septiembre lo ha empezado un amigo bastante preocupado por cuestiones profesionales. Ayer lo noté muy negativo, así que decidí invitarle a un café y escucharle ¿Para qué están los amigos si no? Después de atender su mensaje y percibir sus sentimientos, llegué a la conclusión que, aparte de los presuntos problemas que le preocupaban, lo que también le pasaba es que vivía desde hace tiempo cargando con el cuadro patológico de la intranquilidad o ansiedad enraizada, dicho de otra forma, claros síntomas o síndrome de la Ley de Murphy: si algo puede salir mal, saldrá mal. Concluí que el verdadero problema se encuentra en el no control y posterior destierro de ese perenne desasosiego arraigado en su ser. Y así se lo hice saber (fuente de la imagen: pixabay).

Recordando los consejos de otro amigo experto en esas lides psicológicas, intenté trasladarle mis trucos cuando me encuentro en situaciones iguales o similares, estratagemas que van desde reconocer e inventariar jerárquicamente esas intranquilidades, llegando al fondo del manojo de preocupaciones que me preocupan, hasta practicar distintas técnicas de relajamiento, de forma que pueda enredarme, convencerme, de la necesidad de enfrentarme seriamente a esas situaciones que me desvelan, desenmascarando las ficticias, las inútiles, las ineficaces y aquéllas que se encuentran fuera de mi ámbito de resolución y elaborando y ejecutando un plan estratégico para atajar las que finalmente considere como verdaderas preocupaciones que me competen disolverlas proactivamente, avanzando con paso firme hacia la salida del túnel.