domingo, 20 de mayo de 2007

No soy retro, utilizo el retroproyector

Fuente de la imagen: Enrique Martínez Salanova-Sánchez
Dedicado a Carlos y Paloma, Felicidades - En la impartición de clases y seminarios, me apoyo mucho en los medios audiovisuales como recurso didáctico eficiente en la enseñanza, al basarse en la percepción del conocimiento a través de los sentidos. Si bien a lo largo de mi vida profesional he utilizado herramientas tales como la pizarra tradicional, el rotafolio, el pizarrón magnético, el "franelógrafo", el retroproyector, etc., desde hace diez años merece un lugar destacado el matrimonio de recursos informáticos formado por el ordenador portátil y el cañón de imagen, hasta el punto que, a veces, me pregunto, qué sería de mí sin ellos. El otro día, me comunicaron que para la siguiente clase, por motivos logísticos y de mantenimiento, lamentablemente no iba a disponer del cañón y se me ofreció la posibilidad del tradicional retroproyector ¡Tierra, trágame! ¿Qué hago ahora, dios mío? Por un momento me sentí huérfano, desorientado e inseguro. Toda una técnica comunicativa basada en power point, textos concretos, vídeos, uso de la Excel en directo, navegación por Internet, etc. que el cañón conectado con el portátil me permite proyectar al alumnado, ahora se desmorona. 

Segundos después, haciendo de tripas corazón, selecciono un grupo de resúmenes y transparencias para imprimir. Pero ¿Dónde está el acetato? Distorsiono la agenda diaria para buscar, desesperadamente por toda Málaga, el dichoso plástico. Por fin consigo el material e imprimo las transparencias. Llego a la clase y observo mosqueado un aparato con forma de jirafa, encima de una mesita. Mi torpeza no se quedó sólo en la búsqueda irritada del interruptor de encendido, se extendió al enfoque de la imagen y, sobre todo, a la continua inadecuada colocación del acetato en el cristal, que me obligaba a reajustar crónicamente, provocando las frescas risas del público. Creo que no quedó tan mal la sesión formativa, al menos nos reímos bastante. En síntesis, una odisea que tengo que analizar detenidamente y lograr conclusiones. Por ejemplo, procurar disponer siempre de un plan alternativo, por muy básico que sea el tema que nos ocupe, no perder los papeles ni la capacidad de adaptación, aprender de la situación, reírse y pasarlo bien. Finalmente, utiliza mi respetado Enrique[1] y en referencia al retroproyector, la siguiente frase: “El profe no es retro, utiliza el retro-proyector”[2].
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[1] En un dibujo de su libro “Didáctica, educación en el aprendizaje”. Sitio visitado el 20/05/2007.
[2] Saludos amigo Enrique (Fuente de la imagen: Enrique Martínez Salanova-Sánchez).